CUENTOS EN MAYÚSCULAS





EN ALTA MAR
                Érase una vez un barco navegando por el mar. Había en él un marinero pescando un pez y con su caña de pescar cogió un pez grande y plateado. El pez nadaba y se retorcía en el agua dando enormes saltos con tanta fuerza que comenzó a arrastar a la barca hasta que el marinero tuvo miedo de poder caerse al mar. Llorando suplicó al pez que le dejase libre y ambos se hicieron amigos para siempre, porque ni el hombres pescó el pez, ni el pez le tiró al agua en mitad del mar.



                                                     Paloma Nieto Juez



HANSEL Y GRETEL (II). EL FIN DEL MUNDO

                Un día Hansel y Gretel estaban cazando brujas cuando Hansel descubrió unas huellas de un sospechoso. Hansel y Gretel se quedaron asombrados y cuando siguieron andando en el bosque sonó un extraño ruido hasta que apareció el motorista fantasma con su moto bestial cubierta de fuego.
                Hansel y Gretel se quedaron con la boca abierta. Un poco después apareció Spiderman saltando con su tela de araña. Hansel y Gretel no sabían nada de lo que veían cuando se bajó el motorista de la moto y Spiderman dejó de saltar con su tela. Se presentaron a Hansel y Gretel diciendo:
-Nosotros nos llamamos Pedro y Jesús y somos los nuevos cazadores de brujas y ¿ustedes son Hansel y Gretel, no?
-Sí. Y nosotros llevamos un arma mejor que las vuestras.
-¿Sí? ¿Cuál es? -se dijeron Hansel y Gretel.
Y contestaron Pedro y Jesús que tenían un gran arma de destrucción.
Hansel y Gretel no sabían nada de lo que decían. De repente, vino una bruja con la escoba y Pedro y Jesús prepararon el arma y dispararon a la bruja y la bruja cayó con el impacto. Hansel y Gretel se quedaron asombrados y abandonaron sus armas y se juntaron con Pedro y Jesús y su potente arma de destrucción para cazar brujas.

                                                               Pedro Juan Pinilla y Jesús Carrasco.
 

QUE LA ILUSIÓN NO SE DUERMA

Por laderas de todas las tierras
por caminos y senderos
veo trotar un caballo
sin jinete ni razón.
Va por el mundo errante
como barco sin patrón
buscando por todas partes
Justicia, Paz y Amor.
¡Pero queda tan poco en la tierra!
Quiere un mundo mejor.
Y así cuando llega a una loma
y, desde allí, ve gente de buen corazón
late y siente ¿Podría ser mi rincón?
Mientras la luna llega y la noche cierra...
duerme. Y al despertar, piensa
¿Sería todo un sueño?
¿Habrá sido una ilusión?

Nani Sánchez


LA PICADURA DEL MURCIÉLAGO
 

Rubén Martínez


         Era una noche oscura. Lucas era un niño al que le gustaba pasear por la oscuridad. Esa noche hacía frío. El chico iba a casa de su tía María.
         En mitad del camino le picó en el cuello algo. Empezó a rascarse y cada minuto que pasaba más le picaba. Echó a correr para llegar antes a casa de su tía. Llegó a casa de su tía, una casa que tenía muchas plantas y flores y un rosal debajo de la puerta. Lucas se agachó y las empezó a oler, pero no quería entretenerse. Llamó a la puerta y la tía salió. Le dio un beso y se dio cuenta del picotazo. El cuello estaba cada vez más rojo e hinchado. María cogió el coche y las llaves y se lo llevó al médico. Le miraron y le pusieron la vacuna y después le hicieron pruebas. Le dijeron que era una picadura de un murciélago. El niño al darse cuenta, ya no volvió a salir más solo.
         Al día siguiente salió con la madre y así fue todo.





EL LABRADOR Y LAS GRULLAS
Iván Márquez Simancas
Hace muchos años, unas majestuosas grullas dedicaban todos sus esfuerzos a remover la tierra que había recibido hacía poco tiempo los tiernos granos de trigo.
            El labrador quería espantar a todos los pájaros y grullas de su terreno. Desesperado ante la pérdida de su cosecha, el labrador tomó la decisión de disfrazarse de espantapájaros. El susto que las grullas se llevaron fue tan grande que nunca más volvieron a las tierras del labrador.




LA ROTONDA
        El coche no para de dar vueltas a la rotonda. Es la primera vez en su vida que viene a la capital y teme tomar la salida equivocada y aparecer en La Coruña, en Valencia, o en cualquier otra parte. La rotonda, por su parte, no puede dejar de reír. Esta es su broma preferida, esconder todas sus señales e indicaciones y ver cómo un paleto vehículo de pueblo da vueltas sin cesar a su alrededor, igual que si se tratase de una atracción de feria.
        Pero al cabo de dos horas, a la rotonda se le acabaron las risas. Cansado de dar vueltas, el coche rural decidió atravesarse entre sus tres carriles y parar su motor. ¡Menudo atasco organizó! La noticia salió hasta en los telediarios nacionales:
-¿Sirve de algo una rotonda a la entrada de la capital? –Se preguntan algunos medios de comunicación.
-¿No sería mejor sustituirla por semáforos? –Añaden otros.
        ¡Qué bochorno! ¡Qué vergüenza! Ella, creada precisamente para lograr una circulación fluida, ha permitido que un triste cochecito le deje en ridículo provocando un atasco monumental. Ahora mismo lo único que puede decir es...
¡¡¡Asfalto, trágame!!!

Juan Ángel Parejo Sosa




EDUARDO “EL BUSCATESOROS”

       
         En un pueblo muy pobre vivía un niño llamado Eduardo. El chico era muy alegre y le gustaba estar siempre buscando cosas. Una tarde de primavera salió a buscar algo distinto a lo que él buscaba siempre, esta vez no iba a ser igual porque ahora buscaría algo distinto a una piedra o un coche de juguete. Empezó a pensar en qué buscar y decidió buscar oro, pero él sabía que sería difícil de buscar debido al pueblo, pues era muy pobre. Aún así, él buscaría rápido.
                Fue a su casa y cogió una pala y un rastrillo, que estaba un poco roto debido al uso que se le daba. Cuando llegó al terreno empezó a buscar por todos los sitios, de aquí para allá. Transcurrió media hora hasta que la pala chocó con algo que sonó como algo duro, como acero. Siguió escarbando y encontró un baúl de tamaño mediano. Pesaba bastante, tuvo que hacer palanca con la pala hasta que salió.
                Cuando lo sacó lo abrió. Dentro llevaba muchas monedas de oro y collares de perlas preciosas. Él sonrió y empezó a saltar de alegría. ¡Por fin había encontrado algo que mereciera la pena!


Rubén Martínez



LA ARDILLA Y LA TORTUGA

Rubén Martínez
                Un buen día de primavera, en donde todo estaba alegre, los pájaros cantaban y las mariposas revoloteaban por todas partes del bosque, una ardilla corría y saltaba por todos sitios. De repente, paró y se encontró una avellana fresca que parecía recién caída del árbol.
                En el río había una tortuga llamada Elisa. Era una tortuga simpática, pero estaba un poco anciana para andar. Su mayor deseo era subir a una casita de madera que había en lo alto de un árbol. Quería subir para contemplar las estrellas y pedir un deseo a una estrella fugaz, a la mejor estrella que pasara esa noche. Pero los días pasaban y cada vez estaba más desanimada. No sabía qué hacer, hasta que una mañana soleada vio una ardilla y la llamó.
                La ardilla, que estaba comiéndose una avellana, la dejó mordida y rápido fue a la orilla del río y habló con la tortuga. Tras un rato pensando, la ardilla decidió buscar una cuerda y se la ató a la tortuga y se la puso en la espalda. Subió muy rápido y por fin subieron y esperaron a que se hiciera de noche para pedir el deseo  la mejor estrella fugaz.






Carlos Comesaña
EL CIERVO

                Era un niño que se llamaba Carlos y fue un día al campo con su padre en un tractor. Allí se encontraron un ciervo que estaba herido en una pata. Lo cogieron y la metieron en el tractor para llevarlo al veterinario para curarlo y después lo llevaron al campo con su famiia.






Beatriz


SUEÑOS

                Había una vez una niña llamada Josefa. Soñaba con ser veterinaria y… su sueño… se hizo realidad.







Esteban López Valero
REFRANES

                Yo tengo un libro que se titula “Refranes”, es de la editorial Edicomunicación  S.A. Tiene más años que yo, pero me parece muy interesante. Por este motivo, os dejo algunos refranes, para que penséis en ellos y reflexionéis un poquito. Gracias.


  •      Cacarear y no poner huevo, no es nada bueno.
  •   La gallina vieja hace buen caldo.
  •     En febrero, un día al sol y otro al brasero
  •    En Madrid, ocho meses de invierno, cuatro meses de infierno.
  •     De los amigos me guarde Dios, que de los enemigos me guardo yo.
  •    El muerto al pozo y el vivo al gozo.






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